Música, bailes, ponche y tamales. Imagínalo. No hay fiesta ni fandango –como se dice popularmente en Veracruz– sin una jarana, y lo menos que ha de faltar es el ambiente tan alegre y cordial en estas especiales reuniones en las que yo mismo pude participar en mi viaje al sur.
Desde aquella primera vez que escuché el son de 'Colás' cantado por algunos, zapateado por una pareja y tocado por muchos otros, el son jarocho se convirtió en mi música mexicana favorita. Este proyecto es una intención de compartir este sentimiento, que al escuchar este instrumento de ocho cuerdas, despierta en mí.